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Conociendo a Jade

Damon y yo pasamos el resto de la noche aferrados el uno al otro, envueltos en un silencio cómodo mientras esperábamos a que saliera el sol. Y cuando lo hizo, él murmuró en voz baja:

—No iré a trabajar hoy... ni ningún día, en realidad. No hasta que terminemos este juego. No vale la pena estar sepa...