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capítulo 52

Charleigh

¡Zas!

El primer golpe me deja sin aliento.

¡Zas!

El segundo provoca un grito ahogado.

¡Zas!

Y todos los que siguen me hacen gritar pidiendo misericordia.

Gracias a Dios que llevo vaqueros, que sin duda absorben algunos de los golpes.

Después de unos diez azotes—pierdo la cuenta bas...