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El beso

Gimoteé, pero no lo solté. En cambio, lo succioné con más fuerza, empujándolo más profundo en mi garganta. Aún no me había dado lo que quería. Ya había probado su liberación antes, cuando mi Loba lo limpió después de nuestra casi sesión de apareamiento en la cueva. Ahora, quería más, y lo tendría.

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