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Todo mío

Se mantenía erguido y fuerte, con una postura imponente, orejas erectas, pecho inflado, cola alta. Magnífico. Un poder tangible irradiaba de su amplio pecho en oleadas. Nunca había parecido más un depredador, un rey de las bestias. No se podía negar su derecho de nacimiento como Alfa. La fuerza de s...