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No es un lobo afortunado

No, no es un lobo afortunado.

Mis piernas temblaban sin control.

Ya no podía sostenerme. Mi cuerpo se desplomó, una muñeca de trapo para ser abusada por el placer del Alfa. Las lágrimas corrían por mis mejillas. Con cada golpe del látigo, mi determinación de permanecer en silencio se volvía cada v...