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Rogándole por placer

—¡Ahh… Ahh… Ahhhh! —gemí repetidamente mientras arqueaba mi espalda, empujando mi pecho hacia su mano.

—Eres una pequeña zorra, Malissa. Tus gemidos traviesos se han vuelto más fuertes… —dijo Hayden, claramente satisfecho.

No podía concentrarme más mientras mi cuerpo se derretía con cada una de su...