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Capítulo 849 La aterradora maldición del encarcelamiento de almas

—Incontables tridentes...— El rostro de Dios se contrajo incontrolablemente.

Obviamente, estos espejos no podían soportar el poder de los tridentes en absoluto.

Ivy pensó que Dios había encontrado una solución, riendo mientras decía:

—¿Cómo te sientes ahora? ¿Puedes liberar a mis nueve hermanos?

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