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Ochenta y nueve

Mark

—Sí, lo recuerdo... gran boca, Mall. Sí, joder... maldita sea. Matamos a todas esas perras que querían estafar a mi padre para quedarse con su dinero—. Estaba clarísimo cuánto recordaba a las mujeres de las que Mallory y yo nos habíamos deshecho para que nadie se enterara. Yo era como su secua...