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Perdido y encontrado

—Jacey—

Caleb le entregó su arma al policía montado, quien luego le hizo poner las manos detrás de la espalda. Lo esposó y comenzó a llevárselo.

—¡Oye! —llamé débilmente—. ¡Oye, no puedes hacer eso!

Nadie escuchó. Los paramédicos se acercaron y levantaron la camilla, sacándome del hidroavión y ll...