




Cuatro
Punto de vista de Lana
A la mañana siguiente, me desperté temprano queriendo irme a la escuela antes de tener que enfrentarlos. Rápidamente me preparé y bajé corriendo las escaleras, alcanzando a mi padre justo cuando se estaba preparando para irse con Ryker. Salí disparada por la puerta principal y les hice señas mientras empezaban a salir del camino de entrada.
Ryker detiene el coche y abro la puerta trasera para subirme.
—¿Hay alguna razón por la que vienes a trabajar con nosotros? —pregunta mi padre girándose en su asiento y mirándome.
—No, necesito que me lleven a la escuela.
—La escuela no empieza hasta dentro de tres horas, Lana.
—Lo sé, solo quería llegar temprano hoy —miento.
—Más bien estás tratando de evitar a tus compañeros —dice Ryker, pero de todas formas da marcha atrás antes de conducir por el largo camino de entrada.
—¿Sabes que no puedes evitarlos para siempre? —pregunta mi padre.
—Espero que entiendan que no quiero compañeros y se vayan.
Ryker resopla, sacudiendo la cabeza ante mi lógica.
—Estoy bastante seguro de que no funciona así, hermana —bromea Ryker mientras conducimos hacia el pueblo. Cuando pasamos por mi escuela secundaria, me inclino hacia adelante.
—No te voy a dejar en la escuela por tres horas, puedes venir a ayudar en la oficina y Ryker te llevará cuando empiece la escuela —me recuesto, no tenía idea de qué iba a hacer una vez que llegara a la escuela, así que me alegré de ir a trabajar con mi padre y mi hermano.
Eso cambió cuando mi padre dejó un montón de papeleo frente a mí y me pidió que lo archivara. Gemí al verlo.
—Si vas a estar escapándote todas las mañanas, puedes ayudar o puedes tomar el autobús con Arial —dice.
—Está bien —le digo, refunfuñando antes de agarrar los papeles del escritorio. Me tomó dos horas ordenarlos y ponerlos en orden alfabético. Cuando terminé, mi padre salió con Ryker.
—En estos días, uno pensaría que todo sería electrónico —les digo, apoyando mi cabeza en el escritorio de la secretaria. Mis dedos se sentían entumecidos de tanto pasar páginas.
—Lo es, solo queríamos ver cuánto querías evitar a tus compañeros —se ríe Ryker y mi papá lo codea, pero pude ver la diversión en su rostro.
Cruzo los brazos, molesta porque me hicieron hacer una tarea inútil.
—Vamos, te llevaré a la escuela —dice Ryker agarrando sus llaves y caminando hacia el ascensor.
—¿Supongo que no desayunaste? —pregunta mi hermano en el ascensor y yo sacudo la cabeza.
—Agarramos algo en el camino —dice. Ryker me lleva a la escuela, deteniéndose en McDonald's en el camino para comprar desayuno y café.
Una vez que llego a la escuela, me siento en el coche comiendo. El autobús escolar llega, y veo a Arial mirando alrededor antes de que sus ojos se detengan en el coche de Ryker. Nos mira con furia antes de acercarse pisando fuerte. Gimo, estaba enojada porque la dejé.
—Buenos días, Arial —dice Ryker entregándole una bolsa con comida mientras ella se sube al asiento trasero, su enojo olvidado con comida y cafeína.
—Ves, por eso eres mi favorito —dice Arial y Ryker se ríe.
—Soy tu gemela —le digo.
—También eres la que me abandonó para lidiar con tus compañeros.
—Estaba ayudando a papá y a mí —le dice Ryker guiñándome un ojo.
—Vi eso —dice Arial señalándolo con un dedo.
—Ambas bájense, tengo trabajo que hacer, y antes de que preguntes, sí, Lana, vendré a buscarte después de la escuela —una sonrisa se dibuja en mi rostro, él sabía antes de que siquiera tuviera que preguntar.
Arial y yo bajamos, caminando juntas a través de las puertas de la escuela. El día pasa rápidamente, para mi horror, y antes de darme cuenta, mi hermano estaba afuera esperándome. Arial se acerca a mí enlazando su brazo con el mío.
—No voy a casa si tú no vas —dice, pero podía notar que estaba nerviosa por algo. Al acercarnos al coche, Arial me suelta.
—¡Yo adelante! —grita corriendo hacia el asiento delantero, abriendo la puerta y sacándome la lengua. Pongo los ojos en blanco. De todas formas, iba a dejar que lo tuviera. Al llegar a la oficina, ambas bajamos y subimos las escaleras. Mi padre estaba en una reunión. Ryker salió con más archivos, dejándolos en el escritorio, y yo lo fulmino con la mirada.
—Arial, archiva esos. Lana, ven conmigo, puedes archivar los de mi oficina —dice Ryker.
—¿Qué? ¿Todos ellos? Eso tomará una semana —se queja Arial, y yo sacudo la cabeza sin siquiera molestarme en decirle que no tenía que hacerlo. Siguiendo a Ryker a su oficina, pongo mis manos en las caderas preguntándome qué tarea inútil me iba a hacer hacer.
En cambio, se sienta en su escritorio y me hace señas para que cierre la puerta. La cierro antes de sentarme en el sofá.
—Entonces, ¿qué tontería quieres que haga que es innecesaria?
—Nada —me lanza una bolsa de papel, al abrirla encuentro donas y tomo una.
—¿Ella te va a matar? —le digo. Él se encoge de hombros, con una sonrisa en su rostro.
—Sería el trabajo más duro que haya hecho —dice antes de reír. Me senté en la oficina jugando Candy Crush durante unas horas cuando de repente Arial entra y me ve relajada en el sofá.
—¿Qué demonios, Ryker? —grita Arial.
—¿Y tú lo sabías? Sabía que algo andaba mal cuando las fechas estaban todas equivocadas —me acusa, y yo me río.
—Tengo donas —le digo levantando la bolsa. Realmente era muy fácil de satisfacer.
—En serio, no entiendo cómo no eres del tamaño de una casa —mi hermano bromea mientras ella se mete una en la boca, ella le muestra el dedo medio antes de dejarse caer junto a mí y poner sus pies en mi regazo.
—Tengo cortes de papel, es la última vez que te ayudo —lo fulmina con la mirada, pero él no le presta atención.
—Tienen un sistema de archivo electrónico, me hicieron lo mismo esta mañana —le digo y sus ojos se encienden.
—¿Quieres decir que acabo de perder mi maldito tiempo?
—Sí —le digo.
—Piénsalo como experiencia laboral, papá me hizo archivar durante tres semanas cuando empecé antes de que la secretaria dejara escapar que eran archivos falsos y que todo se hacía electrónicamente —dice Ryker.
Mi boca se abre, tres semanas archivando archivos falsos. Mi padre tiene un extraño sentido del humor.
—¿Dónde está papá? —pregunto justo cuando escucho el ascensor sonar.
—Ese debe ser él —dice Ryker antes de que la puerta se abra y entren mi padre y mis supuestos compañeros.
—No, ¿por qué están aquí? —gimo. Las dos personas que estaba tratando de evitar. Mi padre cruza los brazos sobre su pecho antes de fulminar con la mirada a Arial.
—¿Tienes algo que confesar, jovencita? —pregunta, dándole una mirada aguda. Ella finge inocencia, parpadeando, pero mi padre la conoce demasiado bien. Me pregunto qué hizo.
—Entonces, ¿no sabes nada sobre las llantas del Alfa que fueron cortadas en ambos coches? —pregunta y mi boca se abre de sorpresa. Arial cierra mi boca antes de darme un codazo.
—No, no tengo idea de lo que estás hablando —mi padre la fulmina con la mirada antes de que sienta que me pisa el pie, queriendo apoyo.
—Probablemente fue un acto de Dios —le digo. No sabiendo qué más decir, mi cerebro no puede inventar ninguna excusa con mis dos compañeros mirándome, haciendo que mi mente se nuble por sus apariencias divinas y su olor embriagador.
—¿Desde cuándo te volviste cristiana? —pregunta mi padre girándose hacia mí.
—Hmm, solo estaba suponiendo que debía ser él, Arial nunca haría algo tan loco —Ryker resopla ahogándose de la risa.
—¿Y este supuesto dios también se llevó la navaja rosa de tu hermana? —pregunta en un tono burlón, sabiendo que estaba mintiendo por ella. Mis ojos se dirigen a ella. Me hace mentir por ella y deja evidencia.
—No pude sacarla, se quedó atascada y no me mires así —dice de golpe, delatándose, no es que no lo hubiera hecho ya. Sacudo la cabeza y mi padre la fulmina con la mirada, y ella se encoge bajo su mirada.
—Bueno, te acabas de ganar una semana de castigo —anuncia mi padre.
—No es mi culpa, iban a seguirme a la escuela para encontrar a Lana —le grita, poniéndose de pie. Mi padre gruñe ante su arrebato y veo a Ryder, el lobo de mi padre, salir a la superficie, los ojos de mi padre se vuelven negros por su tono. Mi hermana se sienta de nuevo cruzando los brazos sobre su pecho. Una cosa es poner a prueba a mi padre, otra es desafiar a su lobo, aunque mamá era más aterradora, y papá nunca nos haría daño, pero eso no lo hacía menos intimidante.
—Puedes irte, Lana; tu hermana limpiará toda esta oficina con un cepillo de dientes —dice papá mirándola con dureza.
—¿No puedes estar hablando en serio?
—Totalmente en serio, no puedes hacer lo que te plazca y no enfrentar las consecuencias —Arial resopla y me siento un poco mal por ella porque sabía que lo hizo por mí.
—Me quedaré y ayudaré —le digo, pero él sacude la cabeza.
—Solo vete, Lana, te veré en casa —me dice. Miro a Ryker, pero él sacude la cabeza señalando a Drake y Tate. No, no quería irme a casa con ellos y escucharles pelear todo el camino.
Papá les entrega sus llaves antes de que salgan manteniendo una buena distancia entre ellos. Al salir por la puerta, presionan el botón del ascensor. La idea de estar atrapada en un ascensor con ellos me horrorizaba. Cuando no me subí, Drake extendió la mano agarrando mi muñeca y tirándome hacia adentro. Tate presionó el botón del piso bajo y las puertas se cerraron.
—¿Nos estás evitando? —preguntó Drake, su mano cálida aún sosteniendo mi muñeca. Podía sentir los ojos de Tate observándolo.
—No, solo quería ayudar a mi hermano —les digo, alejándome y dirigiéndome hacia el frente del ascensor.
Cuando las puertas finalmente se abrieron, salí disparada y me alejé de ellos. Caminando hacia el aparcamiento, Tate desbloquea el coche y me subo en la parte trasera, haciendo mi mejor esfuerzo por ignorarlos.
Tate se sube en el asiento del conductor, pero Drake se sube en la parte trasera sentándose junto a mí. Coloco mi bolso en el asiento entre nosotros, mi corazón se acelera mientras el coche se llena con sus aromas, haciendo que mis encías hormigueen.
Tate empieza a conducir y no puedo esperar a llegar a casa.
—¿Tu padre realmente la hará limpiar el lugar con un cepillo de dientes? —pregunta Tate.
—Sí, no toda la oficina, pero la hará limpiar hasta que cierren.
—¿Con un cepillo de dientes? —pregunta de nuevo.
—Sí, ¿tienes problemas de audición? —le pregunto y Drake se ríe a mi lado. Tate lo fulmina con la mirada a través del espejo. A mitad de camino a casa, Drake se inclina y agarra mi mano, chispas recorren mi piel y retiro mi mano, no me gusta la sensación. Él suspira antes de pasarse la mano por el cabello. Ambos aromas se estaban volviendo abrumadores en el coche. Presionando el botón, intento bajar la ventana, pero está bloqueada.
—¿Puedes desbloquear las ventanas, por favor? —le pido. Tate mira hacia abajo buscando el botón. Empiezo a sentirme un poco claustrofóbica y sofocada, sus aromas me estaban envolviendo y la necesidad de alimentarme estaba empeorando.
—Desbloquea las ventanas —le grito, el pánico recorriéndome.
—Estoy intentando, ¿cuál es el botón? —pregunta, presionando botones al azar en el panel de la puerta.
Mis colmillos atraviesan mis encías y podría matar a mi padre por hacerme ir a casa con ellos. Sabe lo difícil que es para nosotros estar cerca de humanos, y mucho menos atrapada en un coche con dos hombres cuyos aromas eran embriagadores para mí y adictivamente dulces.
—Detén el coche —grito mientras mis colmillos se alargan. Tate se detiene y salto fuera antes de que siquiera apague el coche. Drake sale caminando hacia mí, su mano tocando mi hombro. Me aparto de su toque.
—No me toques —le grito, tratando de recuperar el control.
—¿Estás bien? —pregunta Tate y podía escuchar la preocupación y confusión en su voz.
—¿Parezco estar bien? —le pregunto, girando mi cabeza hacia él. Los escucho jadear, claramente no estaban acostumbrados a tratar con vampiros, y mucho menos con un híbrido. Drake se recompone primero.
—¿Necesitas sangre? —pregunta y yo sacudo la cabeza.
—No, sus aromas son abrumadores. Estoy bien, solo denme un segundo —les digo, y él asiente. Drake vuelve al coche antes de inclinarse en la puerta del conductor y encender el coche, encontrando el botón que desbloquea las ventanas. Las baja.
Cuando siento que mis colmillos se retraen, vuelvo a subirme al coche. Tate empieza a conducir, pero Drake se sube al frente y estoy agradecida. Podía sentir los ojos de Tate sobre mí mientras seguía mirándome en el espejo como si pensara que iba a arrancarle la arteria mientras conducía.
—¿Puedo preguntar cuántos años tienen ambos? —pregunto curiosa. Tate responde.
—23 y Drake tiene 25 —asiento, no sonaba tan mal, no es que importara porque no soy su compañera.
Nota del autor
Déjenme saber qué piensan hasta ahora. Intentaré actualizar pronto.