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Merece

Él

Dios, mi maldita cabeza me estaba matando.

Mi lengua se sentía como papel de lija en mi boca y hice una mueca. Se sentía asqueroso. Me hacía sentir débil.

Alcancé el vaso de papel en la mesa de noche, gruñendo cuando el dolor se irradiaba por mi pecho. Miré las vendas que cubrían la herida, ...