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Loco

Él

—No creo que sea para mí tampoco —sus mejillas se sonrojaron mientras hablaba, sus labios temblaban con su confesión.

Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.

Mis dedos se movieron junto a mí, queriendo extenderme y abrazarla. Su aroma a durazno flotaba desde ella, haciéndome doler la cabeza. No ayud...