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CAPÍTULO SETENTA Y CINCO

Mis nervios estaban destrozados mientras Cora rápidamente cambiaba mi vestido por otro, tan transparente como el anterior, pero apenas noté nada. Estaba en piloto automático.

—Aurora ha demostrado ser digna de la marca de la diosa de la luna y sin más preámbulos, procederemos con la ceremonia —dijo...