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CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE

Nos deleitábamos en el momento, los cuatro parados como raros al borde del bosque mientras yo les contaba lo que los insectos se susurraban entre sí. Podía escuchar las voces de los animales a larga distancia, ya que mi audición se estaba volviendo más clara. La vista debía ser graciosa si alguien n...