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CAPÍTULO CIENTO NOVENTA

Cuando recobré el conocimiento, todo estaba oscuro.

—¿Lyra? —llamé mientras luchaba por levantarme de la cama.

—Oh, finalmente estás despierto —respondió ella, con alivio en su voz—. Tienes que dejar de agotarte todo el tiempo. Estamos embarazados, ¿recuerdas? —me regañó.

—Lo siento, solo no quer...