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CAPÍTULO CIENTO OCHENTA Y SIETE

Cuando entré en mi nuevo hogar, me encontré con un mensajero con un sobre dorado.

El tipo era delgado y tenía una cara juvenil, pero se podía ver en sus ojos que era más viejo que la civilización moderna o algo igualmente antiguo.

—Insistieron en entregártelo a ti —dijo Bez a modo de explicación.

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