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CAPÍTULO DIECIOCHO

Miré a la frágil y anciana mujer cuya voz resonaba en la habitación, incitando al resto de las personas a expresar sus crueles pensamientos y opiniones sobre mí.

Había pensado que podría ganarme su confianza gradualmente y disipar la creencia de que era una traidora si no me iba como quería.

Pero ...