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CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y UNO

Ares estaba más que extasiado con la noticia, la alegría en su rostro era plena y me calentaba el corazón. Me levantó del suelo con emoción y me abrazó fuertemente. Crucé mis piernas en su espalda, disfrutando la sensación de su cuerpo contra el mío.

—No puedo esperar a conocer a nuestro hijo, este...