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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y CUATRO

Los lazos que nos renovaron se entrelazaron entre sí con firmeza, la conexión más fuerte que nunca y a pesar de haber acabado de despertar de un coma, todo lo que quería era arrastrarme al regazo de mis compañeros para que se turnaran en follarme hasta el agotamiento.

—¿Princesa? ¿Estás bien? Te ve...