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CAPÍTULO CIENTO DIECISIETE

Me desperté de repente y, por alguna razón, había una sensación de pánico en mi mente.

—¡Aurora! ¡Despierta! —escuché la voz de Lyra, llena de pánico, en mi mente, y en el momento en que giré la cabeza alrededor de la habitación, pude ver por qué.

Maya estaba de pie junto a la bolsa de PVC donde u...