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CAPÍTULO CIENTO TRECE

Ares no me lo estaba poniendo fácil y me encantaba.

Ni siquiera supe cuándo se había quitado la ropa, pero estaba más concentrada en cómo su polla entraba y salía de mí mientras él me miraba profundamente a los ojos con la boca abierta de placer.

Me encantaba poder hacer gemir a mis compañeros sin ...