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CAPÍTULO CIENTO DIEZ

—Eres tan hermosa, cariño, no te merecemos —susurró en mi oído mientras me llevaba a la ducha.

—Solo estás siendo amable —respondí, pero él negó con la cabeza.

—Realmente no lo entiendes. Tengo tanto miedo de perderte y, sin embargo, siguen ocurriendo cosas peligrosas y la mayoría de las veces no ...