Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CIENTO TRES

Al abrir los ojos, inmediatamente comencé a sentir náuseas.

Me sentía débil y mareada, y me tomó un segundo demasiado largo darme cuenta de por qué.

Estaba en el aire. Volando.

Entré en pánico total, el agarre del dragón que me sostenía dolía más que mi propia carne.

—Por favor, déjame ir, te lo...