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CAPÍTULO CIENTO UNO

—¡No! ¡Por aquí! Tu brazo no podrá fortalecerse adecuadamente si sigues doblándolo así —me instruyó Ravena mientras hacía la loca rutina de ejercicios que me había presentado.

Aparentemente, necesitaba estar en buena forma física para poder controlar mi fuego.

—¡Así! Bien —me elogió mientras hacía...