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El exasperantemente exigente Adrian Larsen

—Señorita, debería descansar ahora. Lleva horas sentada aquí. Y también deberían atender sus heridas. De lo contrario, podría contraer una infección —dijo la joven enfermera mientras le hacía otra visita a Adrian para revisarlo.

Era la cuarta vez que me pedía que me atendiera. Pero nadie, ni siquie...