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Con el corazón roto

Parpadeando, entreabrí los ojos y entrecerré la mirada ante la penumbra que me rodeaba. El latido en mi cabeza no tardó en seguir.

Solté un gemido mientras me incorporaba, a pesar de la pesadez en mi cabeza, y miraba a mi alrededor.

La única fuente de luz que iluminaba la habitación era la farola ...