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Hambre

Me congelé.

Mi corazón dejó de latir en mi pecho cuando me arrastró hacia un beso ardiente y castigador. Mientras su boca reclamaba la mía, una de sus grandes manos callosas estaba en mi nuca mientras la otra se mantenía alrededor de mi cintura, sin darme escapatoria. Mis rodillas se volvieron gela...