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Capítulo veinticinco: Lejos de terminar

Rápidamente poniéndome el pijama, me miro en el espejo y comienzo a hacerme dos trenzas francesas. Pero, al igual que en el coche, tengo que inclinarme con la cabeza sobre el lavabo por el dolor en mi costado, era como si un ejército de pequeños soldados me estuviera apuñalando repetidamente con sus...