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CAPÍTULO 3: RECHAZADO UNA VEZ... RECHAZADO DOS VECES

Celeste se levantó del colchón cuando se cansó de los aullidos hambrientos de su estómago. La noche ya había caído y no había comido nada desde que se despertó esta mañana.

Tenía la garganta seca, el cuerpo vacío, incluso su lobo se sentía débil, pero aun así, tenía miedo de bajar esas escaleras solo para que Zillon la menospreciara de nuevo. Sabía que eventualmente tendría que hacerlo, especialmente si quería que él se acostumbrara a ella, que llegara a amarla, pero temía—

Celeste sacudió la cabeza. No podía temer las palabras de su propio compañero ni la mirada en sus ojos. Tenía que soportarlo, tenía que verlo con una sonrisa floreciente.

Tenía hambre, bajaría y cocinaría para ella misma, y también le cocinaría algo a él. No había escuchado la puerta de su habitación abrirse desde que se cerró. Quizás estaba dormido, pero aun así, él también debía tener hambre.

Dando un paso adelante, Celeste suspiró. Tenía que ser más valiente, él era suyo, ella era suya. A pesar de todas las cosas que él le decía, estaban emparejados, tenía que cuidarlo, incluso si él no la cuidaba a ella. Así que le cocinaría lo mejor que pudiera, le desearía lo mejor, lo amaría, hasta que él aprendiera a amarla.

Reuniendo todo el valor que pudo, finalmente salió de su habitación y caminó por el pasillo.

Mientras caminaba, su aroma se hacía más fuerte, envolviéndola con el calor que traía consigo. Podía escuchar cada respiración que salía de sus labios mientras pasaba por su habitación, incluso podía escuchar cuando golpeaba su escritorio, su tocador, su mesa, o cualquier cosa con una superficie dura que residiera en su habitación.

No estaba dormido, ahora lo sabía, y ese hecho hizo que su corazón latiera un poco más rápido. Sin embargo, no dejó de caminar, en cambio, sus pasos la llevaron escaleras abajo y su sentido del olfato la llevó a la cocina.

Allí, hizo lo que había prometido, cocinó algo de carne, espaguetis y arroz, por si acaso él tenía un gran apetito. Y cuando terminó, se sirvió un plato para ella y le sirvió uno a él también.

El suyo lo colocó en la mesa, mientras que el de él lo puso en una bandeja junto con un vaso de agua y sus utensilios para comer. Él le había dicho que no se acercara a su habitación, pero tenía que ser valiente, ¿no?

Saliendo de la cocina, subió las escaleras y se paró nerviosamente frente a su habitación.

Podía escuchar su corazón latir aún más fuerte que el constante movimiento en el interior. Probablemente él también podía escucharlo, pero dejando eso de lado, extendió la mano temblorosa y llamó solo una vez.

Cada paso que él daba hacia adelante la asustaba, pero se mantuvo firme, a pesar de lo temblorosa que parecía la bandeja en su mano. La puerta se abrió, y lentamente, tímidamente, Celeste levantó la mirada hacia los ojos de su compañero.

Él la estaba mirando con odio de nuevo, esta vez incluso más profundo que la primera.

—¿Qué haces aquí, Celes... Cele—?

—C-Celeste... Ese... Ese es mi nombre.

—No te pregunté tu nombre, ¿qué demonios haces aquí? Te dije que no vinieras, y aun así tuviste la audacia de llamar. ¿Qué quieres?

—Y-Yo tenía hambre, así que cociné. Pensé que tú también tendrías hambre, así que te traje—

La bandeja fue empujada directamente de la mano de Celeste al suelo. Ella la miró, sucia y esparcida, luego lo miró a él.

—¿Por qué d—?

—Dale eso a los perros. No tengo hambre, y aunque la tuviera, no quiero nada de alguien como tú. Probablemente sabe tan sucio como hueles. Déjame en paz, no intentes convencerme con comida, no te quiero.

Las lágrimas llenaron los ojos de Celeste, y el dolor azotó su corazón. ¿Por qué tenía que recordarle ese hecho cada vez que hablaba, por qué tenía que herirla, a ella, a su lobo, por qué él...?

Dándose la vuelta, Celeste se agarró el pecho como si eso pudiera detener el dolor implacable en su interior.

—Hay más en la cocina si cambias de opinión. Limpiaré esto, y lo siento, esta vez, por molestarte.

—No cambiaré de opinión, ni sobre la comida, ni sobre ti. Deberías sentirte avergonzada, soy el novio de tu hermana, y aun así estás tratando de colarte en mi habitación con comida.

Celeste no respondió, sus palabras eran lo suficientemente dolorosas, responderle solo lo alentaría a decir más. Así que en su lugar, bajó tambaleándose las escaleras en busca de una escoba.

Le tomó un tiempo, pero al menos encontró una, y con ella, limpió el suelo de su habitación, luego se dirigió directamente a la puerta principal.

Ya no tenía ganas de comer, no tenía ganas de hacer nada más que llorar. No tenía que ser tan duro, no tenía que tratarla tan mal. Solo estaba tratando de ser amable, de ser una buena compañera, y aun así, él lo tomó de la manera equivocada.

Agachándose en su porche, llamó a la parte salvaje de ella, la bestia interior que era incluso más débil que ella. Una omega, un lobo demasiado débil para soportar el dolor físico y emocional.

Uno por uno, sus huesos crujieron mientras se transformaba. Pelo creció de sus poros, sus brazos se convirtieron en patas, su ropa se hizo jirones y su rostro se convirtió en el de un lobo.

Completamente envuelta por la piel de su bestia, corrió hacia el bosque al lado de su casa, decidida a olvidar las palabras que él le dijo y la mirada que había en sus ojos, pero ¿podría alguna vez olvidar ser no deseada?



A/N// Me siento tan mal por mi chica Celeste. Nadie la quiere, ¿y eso alguna vez cambiará? Díganme en los comentarios❤️😟

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