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CAPÍTULO 38— ANUDADO

Sus caderas giraron, luego comenzó a embestirla con fuerza y rapidez. Celeste gimió, mojando sus mejillas con lágrimas. Se sentía bien, demasiado bien... Sentía como si el placer pudiera matarla...

Estaba demasiado sensible, acababa de llegar al clímax y aun así Zillon no se detenía. Estaba siendo ...