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CAPÍTULO 22— UNA TARJETA

Los ojos de Celeste se abrieron lentamente, solo para ser recibidos por el brillante y no solicitado sol. Las cortinas ya estaban corridas, las ventanas ligeramente abiertas y Zillon no estaba por ningún lado.

Su aroma aún persistía en la habitación, pero no era fuerte, lo que significaba que probab...