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NO PODÍA VOLVER A PONER EN PELIGRO A HARPER

Tercera persona

Hace diez minutos.

Harper estaba atada a la silla, sintiendo su cerebro girar y sus nervios palpitar. No tenía idea de qué había usado ese bastardo de Mason en ella.

El tiempo pasaba lentamente, y para ella, cada segundo era una agonía.

De repente, el chirrido de un coche frena...