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Capítulo doscientos ochenta y uno

Iván y yo nos quedamos solos después de que Sal y Armando salieron de la habitación. No teníamos forma de saber cuánto tiempo habíamos estado allí, ya que no había ventanas en la habitación. Debe ser de día afuera ya. Tenía un leve dolor de cabeza por haberle dado un cabezazo al tipo que me sacó d...