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Capítulo ciento noventa y siete

Sephie

Adrik me llevó arriba, directamente a la ducha. Mis músculos ya empezaban a sentirse adoloridos. Mis manos también dolían. Tenía sangre en las manos, literal y figurativamente, pero en ese momento no sabía si era mía o suya.

Adrik me metió bajo el agua tibia, lo cual ayudó a relajar mis m...