Read with BonusRead with Bonus

El poder de una reina

Después de preparar la mesa, nos disponemos a comer. Es una tradición que el Alfa comience la comida, alimente a su hembra con algo de su plato y luego el resto de la manada empiece. Deimos come su parte, mientras yo espero que coloque algo en mi plato. La manada observa, pero él no me da nada. Simplemente continúa llenando su estómago, mientras yo espero que coloque algo en mi plato.

La manada observa, pero él no me da nada. Simplemente sigue comiendo. Levanta la vista y dice:

—Come.

Todos comienzan a llenar sus platos de comida, incluyéndome a mí, con las manos temblorosas. Su manera de decir que no me acepta como su Luna, que no tengo lugar en esta mesa. No me quiere.

Tratar de parecer fuerte frente a tu manada cuando todo lo que quieres es acurrucarte y llorar es difícil. Pero lo hago para mostrar mi fortaleza.

Incapaz de manejar la vergüenza alimentada por el dolor no deseado de mi corazón, me levanto con una brusquedad vacilante, mi silla raspando el suelo, el comedor quedando en silencio. Camino hacia la cocina con la cabeza en alto, colocando mi plato en el fregadero. Salgo tratando de llegar a mi habitación antes de que mis piernas pierdan su fuerza, antes de que vean mis labios temblar, antes de que vean mis lágrimas.

Cierro la puerta de mi habitación, gritando el dolor de mi corazón, lentamente deslizándome al suelo. El sol se esconde, dando paso a la oscuridad y yo sigo en el suelo, mis gritos convirtiéndose en sollozos. Me levanto para tomar un baño, mis ojos hinchados, mi garganta dolorida. Me hundo en la bañera sintiendo su calidez, mi corazón finalmente se calma.

Un golpe interrumpe mi estado absorto con el libro que estaba leyendo.

—Adelante —respondo mirando hacia la puerta, con la espalda apoyada en el cabecero de mi cama. La pequeña loba que me mostró el lugar se inclina.

—¿Qué pasa? —Ella lentamente se pone derecha mirándome.

—El Alfa quería que te buscara para la cena.

¿Cena? ¿Realmente he pasado tantas horas lamentándome en esta habitación por él? El diablo llama, pero esta vez no le obedeceré. Nunca más compartiré una comida con ese macho. Él dejó claro su punto, ahora yo dejaré claro el mío.

—Dile que no tengo hambre ni interés en cenar con él.

Sus ojos se abren ante mi respuesta, su boca se abre para persuadirme.

—Esa es mi respuesta final.

Ella lentamente se inclina y se va, probablemente preguntándose cómo entregar mi mensaje.

Unos minutos después, el fuerte golpe de mi puerta al chocar contra la pared me sobresalta. Deimos entra con el pecho subiendo y bajando. Tratando de controlar su ira, su lobo no acepta desobediencia ni siquiera de su propia compañera.

—Te advertí, no tolero la desobediencia —dice con calma. Es bastante sorprendente cómo puede estar calmado cuando su lobo quiere desatarse.

—No te desobedecí, simplemente no quiero compartir una comida contigo nunca más —le respondo, con un tono frío.

Lo miro directamente a los ojos. Él gruñe, mostrando su ira que intenta superar su calma. En respuesta, mi enojo hacia él desborda su jaula.

—Demostraste tu punto esta tarde, esta es solo mi respuesta a ello. Ahora vete —le grito. Él pierde su lucha, avanzando hacia mí, sujetando mi mandíbula con sus manos, obligándome a mirarlo.

—Si alguna vez me vuelves a levantar la voz, me aseguraré de que la manada escuche tus gritos por mi castigo. ¿Entiendes? —gruñe. Mi boca quiere desafiarlo, pero al mirarlo a los ojos sé que dice la verdad.

—Sí —mi voz tiembla, no de miedo, sino de la ira que controlo con todas mis fuerzas.

—Ahora te vestirás y bajarás a cenar con la manada. ¿Me he explicado, compañera? —Solo lo miro, sin querer responder. —Respóndeme, compañera, mi paciencia se está agotando. —Me lamo los labios, sus ojos observándolo.

—Está bien —respondo, sin querer avivar su ira. No tengo poder contra él ahora, pero definitivamente lo ganaré en el futuro cercano.

—Bien —responde, dejándome para que me prepare.

Sentada entre la manada, una vez más se niega a reconocerme. Es una tradición que el Alfa comience la comida, alimente a su hembra con algo de su plato y luego el resto de la manada empiece. Deimos consume su parte mientras yo espero que coloque algo en mi plato, pero no me da nada. Simplemente continúa llenando su estómago, humillándome descaradamente.

Esta es su manera de decir que no me acepta como su Luna, que no tengo lugar en esta mesa. No me quiere.

—Comerás tus tres comidas aquí con la manada todos los días —me dice con su voz dominante infiltrándose en la quietud. Mi boca ansía desafiarlo, pero al mirarlo a los ojos sé que dice la verdad. No tiene tolerancia para la desobediencia. El comedor está en silencio, sus cabezas inclinadas en pánico ante esta muestra de locura del macho.

—Sí —mi voz tiembla, no de miedo, sino de la ira que contengo con todas mis fuerzas.

—Comerás tus comidas aquí con mi manada. ¿Me he explicado? —Repite, asegurándose de que registre sus palabras en lo más profundo de mi mente, solo para ser recibido con mi silencio. —Respóndeme, mi paciencia se está agotando.

—Sí —respondo, sin querer alimentar su temperamento. No tengo poder contra él ahora, pero indudablemente lo ganaré pronto. Suficiente poder para ponerlo de rodillas.

—Mañana entrenarás con la manada. Quiero ver la fuerza que dicen los rumores que posees. —Asiento modestamente en silencio. —Usa tus palabras, compañera.

—Sí, Alfa —él hace una mueca al comprender las palabras que salen de mi boca, pero no les presta atención.

No son rumores y me aseguraré de demostrárselo. Un sentido de determinación me llena. Él verá el verdadero poder de una Reina.

Previous ChapterNext Chapter