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Epílogo final: Mi mujer, mía (Parte II)

Sin mirar de nuevo a su macho quejumbroso, Deimos conversa solemnemente con su Beta, tomando los documentos de las manos de Ragon y revisándolos mientras salen del castillo.

Mi corazón late con una agitación afligida por los llantos de mi cachorro y no puedo hacer la vista gorda mientras doy pasos ...