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Capítulo 3: Ayuda

Perspectiva de la chica

Intentaba hacerme lo más pequeña posible. Trataba de entender qué había hecho tan mal para que me arrojaran a la mazmorra en primer lugar. Hasta donde sabía, había cumplido con mi deber lo mejor que pude. Esperaba que Roland estuviera demasiado borracho para hacerme algo y que simplemente se desmayara. No, estaba equivocada. Estaba tan sobrio como podía estar. Solo se queda ahí, mirándome. Solo quiero que esta paliza termine y que se vaya.

—¿Dónde estás, mi pequeña puta? —pregunta.

No respondí, solo me quedé lo más callada posible. Tal vez se iría, o tal vez pensaría que había muerto. Pero estaba equivocada.

—Te encontré —dice.

Agarra las cadenas que sujetan mis muñecas y desbloquea los grilletes. Me lanza contra la pared. Grité de dolor. Me tiene en el suelo y me está pateando por todo el cuerpo. Luego rasga la poca ropa que tengo y se coloca entre mis piernas. Empuja su pene en mi vagina. Termina. Luego me arrastra al centro de la habitación donde están las cadenas y encadena mis manos por encima de mi cabeza. Empieza a azotarme. Pierdo la cuenta después de seis y me desmayo, ya sea por la pérdida de sangre o por el dolor. Roland me arroja un cubo de agua. Me despierta.

Tengo lágrimas corriendo por mi rostro. Parte de mi ojo está hinchado y cerrado por donde Roland me abofeteó el día anterior.

—Por favor, para —suplico.

El alfa entra en la celda.

—Tu madre y tu padre me causaron problemas —dice.

—Voy a matarte igual que maté a tus padres —dice.

—Noooo —grité.

—No podemos permitir que el Rey Ray descubra que tenemos a la princesa —dice.

—Sería nuestro fin.

Puedo escucharlos hablar sobre la princesa perdida mientras entro y salgo de la consciencia. Están discutiendo sobre qué hacer conmigo.

—Necesitamos acabar con ella y terminar con esto —dijo el alfa.

Luego Roland vuelve a entrar.

—Acaba con esto y hazlo rápido —dice el alfa.

Entonces el alfa escucha un alboroto afuera. Solo estamos Roland y yo. Me golpea en el estómago y me rompe las costillas. Empecé a perder la consciencia de nuevo. Continúa golpeándome aunque no puedo moverme ni apenas respirar. Se ríe mientras me golpea.

—He esperado mucho tiempo para poder hacer lo que quería contigo —dice.

Puedo escuchar a gente discutiendo afuera. El alfa está discutiendo con alguien. Luego Roland sale corriendo de la habitación. Escucho más discusiones. Roland sale de la celda, lo cual agradezco. Luego todo se queda en silencio. ¿Qué he hecho para merecer esto? Era un bebé cuando me trajeron aquí. Luego me forzaron a la esclavitud. ¿Quiénes eran mis padres? Todas estas preguntas pasan por mi cabeza y probablemente nunca obtendré respuestas. Puedo sentir mi vida escapándose de mí. Sé que esto podría ser el final. De hecho, estoy rezando para que sea el final. Tal vez en la muerte pueda encontrar a mis padres y conocerlos por primera vez. ¿Quién era el Rey Ray y por qué estaban tan preocupados de que descubriera a la princesa?

¿Por qué tuve que sufrir por ella? Escuché rumores sobre la princesa y que se había perdido en algún tipo de batalla. Pero nadie dijo nunca cuál era su nombre o de dónde era. Puedo escuchar voces viniendo del pasillo. Esperaba que no fueran Roland o el alfa. En cambio, las voces pasan de largo por mi celda. Estoy en tanto dolor que deseaba simplemente morir. Luego, al otro extremo del pasillo, puedo escuchar gritos. Sé que alguna pobre persona está siendo torturada. Me pregunto qué habrán hecho. En la mazmorra hay todo tipo de criminales, desde esclavos hasta personas que han sido atrapadas espiando. Empezaba a perder la consciencia de nuevo.

Hay una luz blanca otra vez y esa voz.

—Aguanta, la ayuda está en camino —dice la voz.

—¿Quién viene? —pregunté a la voz.

—Tu destino —responde la voz.

De nuevo, solo hay una luz blanca. Luego me despierto y solo hay oscuridad. Los gritos se están volviendo más silenciosos y las luces se están desvaneciendo. Escucho la puerta de mi celda abrirse de nuevo. Roland entra. ¿Por qué no me mata? Apenas puedo ver ya que mis ojos están hinchados y cerrados. Me toca la cara para ver si estoy despierta.

—Por favor, para —suplico.

—Así que todavía estás viva —dice.

—Por favor, déjame en paz —suplico.

—Es tan lindo cuando suplicas —responde.

Luego me abofetea de nuevo. Luego me escupe. Agarra el látigo y empieza a azotarme de nuevo. Ya no puedo sentir el dolor. Ya no puedo gritar. Intento gritar y no sale nada. Suena como una trompeta que ha sido soplada demasiadas veces. Empecé a perder la consciencia de nuevo. Entonces, de repente, la puerta de la celda es arrancada de la pared. Hay un gruñido que sacude toda la habitación. Escucho a Roland suplicando por su vida.

—Él me obligó a hacerlo —dice.

Escuché un golpe contra la pared. Luego escucho una voz grave y ronca preguntando qué creía que estaba haciendo.

—El Alfa Mark me obligó a hacerlo —dice Roland.

—Me encargaré de ti más tarde —dice la voz.

Luego me desmayo. Ahí está esa luz blanca de nuevo. Luego esa voz.

—Estarás bien ahora —dice la voz.

—Aguanta un poco más —dice la voz.

—¿Quién eres? —pregunto.

—Lo descubrirás a su debido tiempo —dice la voz de nuevo.

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