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¿quieres que nos casemos o no?

El sol comenzaba a descender, bañando el jardín con un cálido resplandor dorado. Arielle estaba sentada en una silla de mimbre, perdida en sus pensamientos, con la mirada fija en las flores que se mecían suavemente con la brisa vespertina. La tranquilidad del jardín contrastaba fuertemente con el to...