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—Lamento mucho lo de la señora Eleanor. Isabella, tienes que animarte —la consoló Olivia.

Isabella la miró, forzando una sonrisa que parecía un poco tensa.

—Lo sé. No te preocupes; no soy tan frágil como podrías pensar.

Observando su rostro pálido pero sus ojos brillantes y decididos, Olivia asin...