




Capítulo 9
Me desperté con el sonido de mi teléfono sonando. Aún medio dormida, alcancé el teléfono en la mesita de noche.
—¿Hola? —contesté somnolienta antes de soltar un bostezo.
—Por favor, no me digas que estabas durmiendo —escuché decir a Tori al otro lado del teléfono.
—Sí, estaba durmiendo —me reí.
—Te dije que no me lo dijeras, Ali —respondió Tori.
—Es sábado, Tori, creo que tengo derecho a dormir hasta tarde si quiero —le dije.
—Sí, supongo que tienes razón —respondió. Me la imaginaba sonriendo en ese momento.
—Entonces, ¿hay alguna razón por la que decidiste interrumpir mi sueño? —pregunté.
—En realidad, sí. Necesito que le pidas un favor a tu marido. Me voy a tomar una semana libre del trabajo y estaba pensando en ir a visitarte.
—Tori, realmente quiero que vengas a visitarme, pero estoy pensando en alquilar un apartamento o comprar una casa. No creo que vuelva a hablar con ese hombre —respondí.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —preguntó Tori preocupada.
—Bueno, el jueves por la noche lo esperé para que llegara a casa, necesitaba preguntarle si podía tener un cachorro. En resumen, Tori, me gritó y me llamó estúpida. Así que si vienes, mejor empiezo a buscar casa ahora.
—¡¿Qué?! —gritó Tori por el teléfono—. ¿Le respondiste?
—No, Tori. No pude, estaba en shock y herida. Además, se fue a su habitación de inmediato.
—Ali, no te entiendo. Antes le habrías dicho unas cuantas cosas, pero ahora ¿vas a aceptar su basura? —preguntó Tori—. Dar la vuelta y poner la otra mejilla no es propio de ti, Al.
—Tori, ya no soy así —suspiré—. Dejé de ser la Allison confrontacional hace mucho tiempo.
—Allison, necesitas volver a ser tu antiguo yo. Si no, más personas van a pasar por encima de ti.
Después de la conversación con Tori, decidí levantarme. Fui al baño y me cepillé los dientes. Me puse unos leggings negros y una camiseta azul y bajé a desayunar. Fui a la cocina y empecé a preparar el desayuno. Después de comer, decidí lavar los platos que había usado. Un rato después, escuché a Christopher.
—Hola —saludó Christopher, lo cual me sorprendió.
Salté del susto, girándome con la mano sobre el pecho. ¿Qué demonios hacía él aquí? Nunca estaba en casa los fines de semana, al menos desde que yo vivía aquí. Y por cierto, ¿no se suponía que debía estar con su noviecita del club anoche?
—Oh, hola —respondí, volviéndome para terminar de secar los platos.
—No te vi ayer —dijo Christopher, inseguro.
—No sueles verme durante el día —respondí mirándolo confundida.
¿Por qué me hablaba como si ahora fuéramos amigos o algo así? Christopher apenas me había hablado en los meses que llevaba viviendo aquí. Excepto para insultarme o pasarme un mensaje.
—Lo sé, pero te estuve esperando ayer por la mañana antes de irme, pero no estabas, y ayer tampoco estabas cuando llegué a casa.
—Fui a trabajar temprano y luego salí —respondí.
—Oh —asintió Christopher—. Sobre la otra noche... Lo que dije, estaba equivocado y lo siento, no quise gritarte.
Miré a Christopher sorprendida. ¿Estaba imaginando cosas? ¿Christopher Lee me acababa de pedir disculpas? Esto no era algo que esperaba.
—Y quería que supieras que puedes tener el cachorro —añadió Christopher.
—Está bien, ya no lo quiero —mentí.
Por supuesto que todavía quería tener un cachorro, pero estoy segura de que para ahora el que vi en la tienda de mascotas ya se había ido.
—Bueno, espero que aún lo quieras porque te conseguí algo, espera aquí —dijo Christopher antes de salir de la cocina.
Me sequé las manos y esperé a que Christopher regresara. ¿Qué demonios podría haberme conseguido? ¿Una bomba tal vez?
—Quería compensar por ser un idiota la otra noche, así que te conseguí a este pequeño —Christopher regresó con un cachorro en sus brazos.
Estaba segura de que este cachorro era exactamente el que había visto en la tienda de mascotas y del que me había enamorado. ¿Cómo demonios lo había sabido? Me quedé boquiabierta mirándolo sorprendida.
—Espero que hayas cambiado de opinión sobre no quererlo más —dijo Christopher dándome el cachorro.
—¿Qué? ¿Cómo lo supiste? —pregunté mientras tomaba el cachorro de sus manos.
—Fui a la tienda de mascotas para conseguirte un cachorro por ser un idiota contigo. Coincidentemente, el chico de la tienda me contó sobre una joven que vino y se enamoró de este perro, resultó ser tú.
—Gracias —sonreí antes de jugar con el cachorro que felizmente lamía mi mano—. Esto significa mucho para mí.
—No hay problema —respondió Christopher con una breve sonrisa—. Y lo siento de nuevo por lo que dije.
—Está bien —suspiré—. En realidad, quería preguntarte algo más.
—Está bien. Adelante —respondió Christopher mirándome con curiosidad.
—Tori... Mi prima. Tiene una semana libre del trabajo y estaba pensando en visitarme. Me preguntaba si estaría bien que se quedara aquí, conmigo.
—Tori fue la que hizo de dama de honor, ¿verdad? —preguntó Christopher.
—Sí —asentí.
—Claro, Allison. Esta es tu casa también, ya sabes —respondió Christopher.
—Gracias.
—No hay problema. ¿Algo más? —preguntó Christopher.
—No —respondí negando con la cabeza.
—Está bien —respondió Christopher y se dio la vuelta, saliendo de la cocina.
—Entonces... —miré al cachorro que estaba abrazando en mis brazos—. ¿Qué te parece si te llamamos Pluto?
—¡Guau! —ladró como si me entendiera y movió la cola con la lengua fuera de su boca, como si estuviera feliz con mi elección de nombre.
—Entiendo que apruebas entonces —me reí—. Muy bien, Pluto, vamos arriba.
Saqué mi celular y marqué el número de Tori. Tenía que informarle que hablé con Christopher y que estaba bien que viniera a visitarme y se quedara aquí.
—Hola Tori, hablé con él después de todo y está bien que vengas y te quedes aquí —le informé emocionada.
No podía esperar a que Tori llegara.