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CAPÍTULO 96

Mis patas se extendieron frente a mí.

Con las ancas impulsándome en la tierra y propulsándome hacia adelante, estaba corriendo más rápido de lo que jamás podría hacerlo en dos pies.

Tenía la ropa de Bates en la boca, sujetándola firmemente contra el viento que soplaba en mi cara.

Afortunadamente, la...