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CAPÍTULO 95

Antes de que mis pulmones pudieran llenarse de aire para gritar, se lanzó hacia Bates y hacia mí, saltando sobre la mesa.

—¡Detente! —grité, sujetándolo tan fuerte como pude mientras él se ponía de pie nuevamente.

Con un empujón rápido, Bates me empujó por los hombros y la silla rodó hacia atrás j...