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CAPÍTULO 89

Al día siguiente, me tumbé al sol, descansando cómodamente en una gran cama de día acolchada que estaba rodeada de arena blanca; a unos doce metros del océano. Escuché el sonido de las olas rompiendo y las ramas de las palmeras a mi alrededor rozándose entre sí con la suave brisa. El sol calentaba m...