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CAPÍTULO 42

El suave roce de las yemas de los dedos por mi brazo fue lo que me despertó a la mañana siguiente. Me moví un momento, deteniéndome cuando me di cuenta de dónde estaba al abrir los ojos y ver los altos techos del dormitorio de Luca.

Al girarme de lado, sentí el cuerpo firme de Luca llenando el espa...