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CAPÍTULO 37

Cuando todos finalmente se acomodaron, vi a Ana mirando hacia la sala de estar.

—Hanna, ven aquí —dijo.

—No tengo hambre —fue la respuesta que resonó desde el sofá.

—No me importa —dijo Ana—. Puedes venir aquí y sentarte con todos.

Escuché unas breves palabras ahogadas antes de que Ana interrumpier...