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Noventa y uno

Sentí una mano fría tocar mi hombro. Era Kelvin. Me ayudó a poner la estantería en su lugar. No dijo una palabra, pero estaba seguro de que sabía que algo había pasado.

Habíamos arreglado todo, luego, una oleada de calor recorrió mi cuerpo en un solo ritmo. Sentí la necesidad de levantar la mano y...