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Setenta

Me mordí los labios de vergüenza, puedo sentir mis mejillas sonrojarse.

—¿Quieres seguir deleitándote la vista? —dice él burlonamente.

—Cállate de una vez —le respondo, avergonzada.

—Ya terminé, puedes voltear ahora —dice. Puedo escuchar el sarcasmo en su tono, pero aún así me giro para mirarlo. ...