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Capítulo 40: Té sobre Samantha

Mis piernas se sentían como gelatina, lo que me hizo colapsar en el suelo. Todo sucedió tan rápido. ¡Por el amor de Dios, solo quería pintar!

Antes de que pudiera entender la situación, Layla irrumpió en la habitación. Se apresuró hacia mí.

—¿Estás bien? —preguntó, entregándome un vaso de agua—. Tom...