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Capítulo cincuenta y dos

Ajax cerró la puerta, pero no se cerró completamente; era suficiente para que los que pasaban no vieran las feas palabras en la pared.

—Maldita sea —escupió.

—¿Qué es esto? —mi voz temblaba.

Todas mis pinturas estaban destrozadas y las estanterías rotas.

—Alguien se enteró de lo de tu papá —murm...