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Capítulo cuarenta y cuatro

Delanie

Me levanté, me agarré la cabeza que me daba vueltas y caminé de un lado a otro detrás del sofá.

—¿Alguien va a sacrificarme?

—No —tronó Ajax—. Nadie va a tocarte un pelo.

—Lo que quiero decir, niña, es que eres especial. La diosa de la luna te dio un compañero predestinado y un segundo comp...